27-09-2017

Escritores norteamericanos, en Vísperas

ESCRITORES NORTEAMERICANOS, de Ricardo Piglia

Por RAÚL ANDRÉS CUELLO

Ricardo Emilio Piglia Renzi (Adrogué, 1940-Buenos Aires, 2017) fue profesor de la Universidad de Princeton y ex profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires y La Plata. Es considerado unánimemente como un clásico de la literatura contemporánea. En vida publicó cinco novelas, entre ellas Respiración Artificial yPlata quemada; libros de cuentos como Nombre falso o Prisión perpetua, libros de ensayo como Crítica y Ficción El último lector, y hasta la fecha los dos primeros volúmenes de Los Diarios de Emilio RenziAños de formación Los años felices. Se espera para este año la entrega de Un día en la vida, volumen que cierra la trilogía de sus Diarios. Entre los numerosos reconocimientos recibidos se destaca el Premio Nacional de la Crítica, el Premio Rómulo Gallegos, el Premio Formentor, Premio Ciudad de Barcelona y la mención de honor “Domingo Faustino Sarmiento”, otorgada por el Senado de la Nación Argentina. Escritores norteamericanos (2016) fue el último libro publicado en vida por el autor.

En su ‘nota a la edición’ de Escritores norteamericanos (Tenemos las máquinas, 2016), Piglia comienza recordando el marco situacional que lo empujó a escribir breves ‘microbiografías’ de escritores estadounidenses para una antología de cuentos. En ese momento veía este ejercicio como «casi un libro con presentaciones o retratos que van desde Sherwood Anderson hasta James Purdy»; lo que —intuimos—no sabía Piglia es que de alguna forma estaba ofreciendo un marco de lectura de la narrativa extranjera de su tiempo a las generaciones venideras; quizás, trazando una línea de influencia o bien, estableciendo a sus precursores. Algunos nombres, como el de Faulkner o el de Scott Fitzgerald, resultan recurrentes para quien haya leído la obra del autor de Plata quemada; pero en esta ocasión y junto a los ‘mismos de siempre’ aparecen otros cuyas vidas/obras pueden resultar interesantes a un lector con inquietudes.

Hay un denominador común en las biografías de los autores seleccionados: el signo de la tragedia (o la amargura, esto según como venga el juego), pero también su voluntad, una que va más allá de los condimentos amargos del oficio; es decir, una ‘pulsión de vida’ que se plasma en sus ficciones.

En las 82 páginas que componen el libro se describe de manera lacónica, pero con auténtica devoción a ciertos autores que de un tiempo a esta parte se hallaban descatalogados u olvidados, como era el caso de Thomas Wolfe o el de Sherwood Anderson, y que por suerte han sido reeditados tanto en Argentina, como en España. De Wolfe Piglia sentencia sin pruritos que «sus libros son los más ambiciosos, los más voluminosos, los más insolentes, originales y retóricos de la historia de la literatura norteamericana», y de Anderson conjetura que «como un lejano discípulo de Thoreau, este reconstruye la leyenda del salvaje y feliz pionero americano […], sobre esta metafísica de la pureza y la simplicidad, Anderson construyó su poética: un nuevo modo de entender la literatura».

Son, como se ve, ejercicios de ruptura para ver qué es todo eso que hay allí en su narrativa, para luego devolver algo ensamblado, pero resignificado; algo desplazado de su lugar común. Eso es lo que ve en su querido Faulkner: «Las historias (como en la Biblia) son un recuerdo; Faulkner no las “inventa”, las reconstruye. Busca los hechos como un arqueólogo, entre el espesor del pasado». Una tarea arqueológica —o detectivesca— es la que lleva a Piglia a encontrar cifras y símbolos que permitan establecer una fórmula en medio del caos en el que vivieron estos escritores. En Fitzgerald encuentra que «el fracaso está en el corazón de la esperanza» y con Hemingway comparte sus encrucijadas «como alguien que cruzara frente a una ventana y sorprendiese [en] la forma de alguna cara, fragmentos de un diálogo que se va apagando mientras nos alejamos».

Las biografías de los mencionados con anterioridad junto a las de James Purdy, Ring Lardner, Erskine Caldwell, James Baldwin y otros, entregan uno de los mejores libros introductorios a un género sin género: uno que se esculpe a partir de lecturas sensibles e inteligentes de la narrativa norteamericana de mediados de siglo XX.