Magalí Etchebarne: El amor prendiéndose fuego al sol

Los mejores días (Tenemos las máquinas, 2017) es el primer libro de Maga, actual editora de Random, que expone a las mujeres en sus miedos, contradicciones y toma de decisión en vidas marcadas por las relaciones con los hombres.

Por Carla Grassi.

Es difícil escribir sobre este libro con objetividad. Con Maga compartimos gran parte de nuestros veranos de la infancia, ella siempre alta, yo siempre gruesa cerca del piso. La escritura surgió en ambas no sé si antes o después pero nació como algo inevitable, como consecuencia de crecer entre animales y personas con el superpoder de hacer cotidiano lo extraordinario. En su primer libro, Maga explora al máximo este superpoder y lo transforma. Las historias son accesibles, la protagonista puedo ser yo, una amiga, mi mamá. Lo mágico de su narrativa está en la naturalidad con la que navega temas existenciales del día a día, cómo traduce los sentimientos encontrados, la auto neurosis del tiempo muerto, la relación entre hombres y mujeres, las familias, el crecimiento, la vejez. 

Los cuentos se alimentan de una corriente femenina que arrastra un patriarcado de época, ése instalado desde hace siglos pero que hoy siento que empieza a resquebrajarse y tal vez en un futuro no tan lejano no hablemos más de él como algo fundacional. Se puede reconocer una especie de comunidad entre los personajes, algo que se da cuando se saben iguales, enfrentándose a las mismas batallas. “Cuando aparecen las madres, las tías, las hermanas, es cuando realmente me meto. Como si adivinaran el futuro, guardando el manual de instrucciones del hijo. Pienso que saben antes que nosotros cómo va a salir todo”. La mujer como fuente de sabiduría que se transmite y se enseña, se refleja en sentencias simples pero hondas: “Algunas mujeres educan a las otras para que en el futuro estas cuiden a sus hombres de sí mismos y reciban con entereza la rabia que despierta eso. Un hombre, me dijo una vez mi mamá, es un animal pequeño que se ve inmenso”. 

Los varones aparecen en el libro en forma de adicción, de anhelo y de abandono. Son animales: pájaros, perros, caballos; son dueños y conquistadores, son indiferentes, misteriosos y sexys. Hay una atracción entre las mujeres y los hombres que los hacen chocar, entrelazarse y separarse. El amor y el sexo como la soledad y la enfermedad, son temas a los que no se les escapa, se los atiende con contundencia: “Debe ser así que uno arma una familia. Encuentra un suelo y un olor, y se agarra como un bicho a la cosa amada. Más tarde, a todo eso lo llamamos destino.” Probablemente haya pocos libros que hablen de la sexualidad desde el punto de vista de la mujer y acá se lo hace alejándose de todo cliché o eufemismo, con una prosa que encara y pone el cuerpo.

El aire corre al ritmo de cada personaje, haciendo énfasis en el movimiento y en el paisaje. Hay perros sin dueños, casas de verano, hay campos y ciudad. La sensibilidad de Maga se traduce en frases poéticas que afinan la vista en los detalles, reveladores siempre. “El paisaje a los costados se desintegraban cuando lo dejábamos atrás, perros que de lejos parecían dormir en la banquina o ser bolsas achicharradas pero de cerca al final estaban muertos… todo corría a los costados y se perdía para siempre.”

El primer libro de Maga es un acto de amor. Conocerla es saberse en presencia de un ser de una intelectualidad respirable, una mirada que aprecia, espera atenta y lo registra todo, una mente procesando para después transformar en belleza a través de su mejor arma: la literatura. La inteligencia con la que muestra el rol de la mujer, una mujer que tiene miedo, que engaña, que abandona, que se enamora, que espera y sobre todo aguanta mucho, da visibilidad a situaciones de significancia real con la convicción de una escritora feminista que sabe lo que quiere. 

Los mejores días es sencillamente un libro hermoso.

Pd: Existe mejor comienzo de libro que: “Las mujeres en esta familia no engendran a sus hijos, se los traen de lugares”?