10-03-2018

Cecilia Barrionuevo, co editora de LAS NAVES, es la nueva directora artística del Festival Internacional de Cine de Mar del PLata

CECILIA BARRIONUEVO: LA DAMA DEL CINE

por - Entrevistas
08 Mar, 2018 05:57 | Sin comentarios
Un cálido diálogo con una persona clave en el panorama de los festivales de cine contemporáneos.

Los habitués del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata la reconocen de inmediato: no es una mujer de mucha estatura y tampoco tiene una personalidad avasallante por la que una sala llena, al detectarla, se llame al silencio. Su autoridad proviene de otras fuentes de legitimación y sus encantos no son los que se asocian a la mujer moderna, de la que emana un poder no menos fálico que el que ejercen los hombres. Cecilia Barrionuevo tiene una presencia cautivante que se impone por otros motivos.

La amabilidad de Barrionuevo, que viste obstinadamente de negro, se adivina de inmediato cuando introduce las películas que elige, títulos que suelen estar entre los más exigentes de la programación del festival mencionado. Con absoluta serenidad y elegancia explica las razones estéticas de su elección, a veces con la voz ronca, como si fumara varios atados al día –cosa que no ocurre–, lo que es tan solo un rasgo de apasionado agotamiento. Barrionuevo pertenece a las criaturas cinéfilas que pierden un poco la noción del límite entre su propia vida y la del cine. Vive para el cine y en él.

Esa cualidad anímica de devoción al cine le ha valido un reconocimiento internacional del que ella no alardea pero que cualquier miembro de la comunidad cinematográfica global convalida. Nadie lo sabe, o no se publicita, pero Barrionuevo ha sido la mejor embajadora del festival en el que trabaja. Discretamente, la dama cinéfila más insigne de Córdoba viene tejiendo relaciones institucionales y artísticas que desconocen fronteras. Muchas de las mejores retrospectivas del Festival de Mar del Plata, como también la talla de los invitados más cinéfilos, son fruto de su invisible labor. A nadie debería sorprenderle entonces que Barrionuevo haya sido invitada a programar en el prestigioso Lincoln Center de Nueva York, cuna del Festival de Cine de Nueva York y asimismo de la revista Film Comment. Para la comunidad cinematográfica de Córdoba este hecho no es menor. Es otra arista de la vitalidad y el buen momento que experimenta el cine cordobés y todo aquello que lo rodea.

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Roger Koza: ¿Cómo fue que te llamaron para programar en el Lincoln Center?

Cecilia Barrionuevo: A fin del año pasado recibí una invitación desde la Dirección de Programación del Lincoln Center Film Society en Nueva York, para programar junto a Carlos Gutiérrez (Director Ejecutivo de Cinema Tropical, en NY) la tercera edición de Neighboring Scenes: New Latin American Cinema, una muestra que da lugar a las películas latinoamericanas recientes. El Lincoln Center es uno de los lugares más prestigiosos a nivel cultural en Nueva York, por lo que fue un honor y sobre todo un gran estímulo recibir tal propuesta.

RK: ¿Cuáles fueron las películas que elegiste?

CB: Seleccionamos para esta edición 16 películas de cine latinoamericano contemporáneo de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba y México. El programa incluye títulos más conocidos o de directores más famosos, con otros más independientes o de directores emergentes, pasando por algunos cortometrajes. Es interesante destacar que muchas de las películas serán vistas por primera vez en Estados Unidos, por lo que este espacio se vuelve muy importante para la exhibición y difusión del cine latinoamericano. Incluimos también una proyección especial de Pizza, birra, faso en versión restaurada; sería el estreno internacional de la copia, luego que se exhibiera en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, celebrando el 20.º aniversario de su estreno.

RK: Empezaste tu carrera en el Hugo del Carril. ¿Qué hacías entonces?

CB: En realidad, comencé a trabajar en programación antes. En el año 1996, era asidua espectadora del cine El Ángel Azul; un día quedé fuera de una película porque no había más lugar en la sala. Me fui frustrada y triste a casa, pero a la mañana siguiente, muy decidida, me presenté delante de Daniel Salzano, que era quien dirigía el espacio, y le dije “Soy Cecilia, no me conocés, pero quiero trabajar con ustedes”. Hablamos un rato largo acerca de lo que me motivaba a ir ahí, incluyendo los nombres de mis directores favoritos. Me sumé al equipo de programación comandado por Daniel, lo acompañaba Cristina Klemo. Con ese grupo, en el año 2000 ideamos y llevamos adelante el proyecto del Cineclub Municipal Hugo del Carril. Allí trabajé sobre todo programando ciclos de cine más experimental, también Ensayo de Orquesta, Opening Night, que fueron los ciclos de teatro y de música. También coordiné el equipo y las actividades de la Mediateca y el Gimnasio Cinematográfico, llevando adelante la sitcom Maldita Afrodita y el espacio de Teatro Minúsculo. Fueron hermosos años en los que le dedicamos al Cineclub las 24 horas del día, los 7 días de la semana, hasta fin del 2007, cuando tuve que dejarlo porque me fui a España.

RK: Te fuiste a estudiar a Barcelona.

CB: Fui a España, tras obtener una beca, a realizar en la Universidad Autónoma de Barcelona un máster en Cine Documental de Creación. Fue una experiencia muy enriquecedora que me acercó una nueva perspectiva sobre el cine. Tuve muy buenos profesores, entre los cuales estaban Roman Gubern, Santos Zunzunegui, Andrés Duque, Isaki Lacuesta, Josetxo Cerdán, Martín Sappia, Virginia García del Pino. Aprendí mucho y comencé a sentir un entusiasmo singular por un cine más audaz, más creativo, que jugara con los límites, que interpelara más al espectador.

RK: También pasaste luego por el seminario Flaherty.

CB: En el 2013 aplique a una beca para asistir al Flaherty Film Seminar en el estado de Nueva York, que es un seminario dedicado a explorar las posibilidades del cine documental y vanguardista, al que asisten cineastas, académicos, críticos, programadores, artistas, estudiantes. Allí se convive durante una semana muy intensa, día a día se presentan películas y se discuten con sus directores desde la mañana hasta la noche. Es apasionante porque el programa es secreto, nunca se sabe qué invitados habrá ni qué se proyectará; de este modo se experimenta el cine sin preconcepciones ni prejuicios.

RK: ¿Cómo fue tu ingreso al festival de Mar del Plata?

CB: Al volver de España trabajé en el Museo Genaro Pérez durante un tiempo; fue una experiencia muy inspiradora. Estaba Marcela Santanera de directora, y junto a Jaime Díaz Gavier, Blanca Freytes y Rodrigo San Martín conformamos un equipo de producción y programación que siento que le dio un giro a la propuesta de curaduría, uso de los espacios y publicaciones. Allí aprendí mucho más sobre arte, desde una perspectiva y un espacio diferentes. A los  pocos meses, me llamaron desde el Festival de Mar del Plata para ofrecer que me sumase al equipo de programación. Fue una gran sorpresa. Yo había asistido como espectadora tanto al Festival de Mar del Plata desde su retorno como al Bafici desde sus inicios. Que me llamaran para trabajar era como una especie de sueño impensable. Comencé a hacerlo en el año 2010. Fue repentino y tuve que formarme rápidamente. No hay una carrera o estudio que te enseñe cómo se hace un festival de cine.  Se aprende haciéndolo.

RK: Sos la encargada de la sección más radical del festival: Estados Alterados.

CB: La sección la creó Marcelo Alderete, un año antes de que yo entrara allí. Solo que al comenzar a programar la sentí casa propia. Es una sección que llevamos adelante junto a Marcelo y que nos da mucha satisfacción. Cada año más y más, ¡y ya van 9 años! Porque además ha ganado un espacio referencial dentro del festival en tanto que es la sección que más exploración propone y donde se pone en juego el cine más arriesgado. Es el cine que difumina los límites de ficción, documental, experimental. Pasamos de todo: largometrajes, cortometrajes, películas en 3D. En cierta forma, de ahí nace la sección S8/16MM dedicada solo a films realizados en celuloide, pequeño formato, y donde se establecen diálogos entre los cineastas que trabajaban con esos formatos durante los años 60 con los cineastas que eligen el formato hoy en día.

RK: ¿Cómo es el trabajo de un programador en un festival como MDP?

CB: Es un trabajo que da mucho placer. Mirar películas, pensarlas, discutirlas, ponerlas en relación con otras, estudiar e investigar sobre cineastas y cinematografías. Pero también es más que eso. Además de mirar los tres mil títulos que se inscriben espontáneamente cada año, buscamos y pedimos películas y pensamos cuáles serán necesarias para conformar la edición. Armamos retrospectivas de directores, que es algo que me gusta muchísimo, porque me permite descubrir filmografías más ocultas o redescubrir las conocidas mirándolas en su formato original. Asimismo, proponemos los nombres de quienes formarán parte del jurado o aquellos que vendrán como invitados especiales, editamos libros que son parte esencial de un festival, lo mismo que su catálogo, para el cual escribimos artículos y reseñas e invitamos a críticos, programadores y cineastas a participar de él para diversificar las voces. El catálogo es lo que resume nuestro trabajo. En los días en los que transcurre el festival todo se vuelve muy intenso, porque realizamos las presentaciones y los debates posteriores con los directores en las proyecciones. Este es un momento fundamental, ya que aquí el público tiene la oportunidad de interactuar con los directores después de ver sus películas. También organizamos clases magistrales y mesas redondas y otros espacios de  discusión y debate. Me interesa sentir al festival como una totalidad, una especie de ser vivo conformado por las películas, los invitados, el público, la ciudad, el momento. Creo asimismo que es una tarea muy sensorial e intuitiva.

RK: Ha sido jurado en varios festivales internacionales. También mantenés una relación muy cercana con colegas de DocLisboa, el Forum de la Berlinale y otros festivales internacionales. ¿Cómo funciona el mundo de los festivales?

CB: El mundo de los festivales es muy peculiar. Gran parte del trabajo de programación lo hacemos viajando a festivales, ya que es la manera más eficaz de contactar con directores, productores, críticos y por supuesto, lo más importante, ver las películas en pantalla grande y en las mejores condiciones. Además de estar atentos a las obras de grandes autores o de autores conocidos, nos gusta encontrar películas que permanecen un poco más ocultas o también descubrir directores emergentes. Prestamos atención a las retrospectivas para dar a conocer filmografías menos exploradas y buscamos estar en contacto con colegas de diferentes regiones, algo que se vuelve fundamental para mejorar nuestra tarea. Hay personas extraordinarias trabajando como programadores. Aman el cine y buscan compartirlo. En el mundo de los festivales es fundamental crear una comunidad cinéfila.

RK: ¿Qué notás del cine de Córdoba?

CB: Es maravilloso lo que ha pasado con el cine de Córdoba. Se realizan cada año muy buenas películas y muy diferentes entre sí. Por lo que veo, se van haciendo según diversos modelos de producción, pero con un motor de entusiasmo, creatividad y amor por el cine que es incomparable en relación a lo que pasa en otras provincias. Además, con el tiempo los cineastas de Córdoba se han organizado para lograr tener más apoyo y ayuda institucional. Desde hace años siempre hay películas cordobesas en Bafici y Mar del Plata, pero más que eso: es un cine que desde hace tiempo ha ido ganando espacios a nivel internacional. Ahora mismo, por ejemplo, se están estrenando Mochila de plomo, de Darío Mascambroni, y Malambo, de Santiago Loza, en el Festival de Berlín. Dos directores de dos generaciones diferentes.

RK: ¿Qué pensás del cine argentino?

CB: El cine argentino tiene, desde hace muchísimo tiempo, un lugar privilegiado a nivel internacional. Siento que el cine de autor sobrevive, no ya dentro de un movimiento, como lo fue durante el auge del Nuevo Cine Argentino, sino a través de nombres que se han vuelto ya habituales en los festivales de cine. El cine argentino se sigue desarrollado de manera notoria y hay excelentes directores y directoras, pero ya hace un tiempo que se está dando un fenómeno peculiar, que hace que cada vez más sea más difícil determinar qué es un cine nacional. Quiero decir: las historias transcurren en diferentes continentes, son habladas en otros idiomas, están dirigidas por directores extranjeros, o los directores nacidos en Argentina se van a filmar a otros países o con producciones extranjeras. Los decentes, de Lukas Rinner, El auge del humano, de Teddy Williams, El futuro perfecto, de Nele Wohlatz, El movimiento, de Benjamín Naishtat, Hermia & Helena, de Matías Piñeiro, son apenas algunos de estos ejemplos. Verdaderos cineastas que presentan al mundo su mirada sin detenerse en fronteras.

RK: ¿Cómo ves el Festival de Mar del Plata?

CB: Es mi noveno año en el Festival, y esta experiencia ha sido muy trascendental para mí. Junto a Marcelo Alderete y Pablo Conde formamos un equipo apasionado por el cine y por el festival, en el cual hay sobre todo apoyo, respeto y confianza. Asimismo, a lo largo del tiempo, nos hemos ido animando a asumir más riesgos con la programación. Esto gracias también a los espectadores, en quienes tenemos mucha confianza y que nos han permitido crecer, y no me refiero solamente a una elite cinéfila, sino a los espectadores en general. Idear el festival es un proceso un complejo, porque por un lado está todo lo que nos imaginamos de un año para el otro, las listas soñadas que armamos; pero luego entran en juego las variables de lo posible, los recursos financieros y estructurales, la falta de tiempo, la coyuntura del momento. Sin embargo, creo que es un festival que, sobre todo en los últimos 6 años, se ha reposicionado a nivel internacional y se ha vuelto un referente.

RK: Además trabajás como editora de Las Naves. ¿De qué trata esa revista?

CB: Las Naves es una publicación independiente sobre cine, cuya particularidad principal es que sus artículos versan sobre un tema determinado y son redactados únicamente por los cineastas, no por críticos, programadores o académicos. Junto a Julieta Mortati y Edgardo Dieleke, con quienes somos coeditores, hacemos Las Naves con mucho esfuerzo y amor y acabamos de terminar el último número que es sobre “Ídolos”. Con ellos discutimos sobre los temas a proponer, los cineastas a invitar, las tapas, la organización interna de los artículos, el diseño, y la editamos bilingüe porque queremos que pueda ser leída en diferentes países; así que la distribuimos en diferentes países. Todo esto sin presupuesto externo, de manera independiente y con mucho apoyo de quienes colaboran escribiendo, traduciendo, corrigiendo. A lo largo de las siete ediciones que llevamos realizadas hasta el momento, hemos publicado artículos inéditos de Matías Piñeiro, Narcisa Hirsch, Ignacio Agüero, Serge Bozon, Jonas Mekas, Corneliu Porumboiu, Andrea Tonacci, Sandra Kogut, Jessica Hausner, Hugo Santiago, Lisandro Alonso, Andrés Duque, Luis Ospina, Ted Fendt, Pierre Léon, Kidlat Tahimik.

Fotos y fotograma: 1) Barrionuevo; 2) Barrionuevo, Moguillansky y Gutiérrez en el Lincoln Center; 3) Cineclub Hugo del Carril; 4) Latas de películas argentinas; 5) Malambo.

*Esta entrevista fue publicada en la revista Número Cero en el mes de marzo de 2018

Roger Koza / Copyleft 2018