24-04-2019

Melina Dorfman en Télam

MELINA DORFMAN: LO QUE RETRATO SON LOS PROBLEMAS PARA RELACIONARNOS DE HOY, A CUALQUIER EDAD

 

Por Milena Heinrich

En su primera novela, "Los triunfos pasajeros", Melina Dorfman construye una trama narrada en primera persona de una joven periodista algo neurótica, con diagnósticos equivocados y mucho trabajo de autoconciencia sobre lo que dice y hace en situaciones totalmente cotidianas, proponiendo así una lectura que pone en perspectiva un retrato sobre los modos de relacionarse y la búsqueda de sí misma.

Melina Dorfman (Buenos Aires, 1977) estudió Ciencias de la Comunicación, escribe en medios online y revistas autogestivas y publicó numerosos fanzines, como una trilogía de diarios de viaje sobre Montevideo, Londres y París, donde reúne una serie de historias acerca del amor que, en sus palabras, "generan el efecto de guía turística y manual de autoayuda".

Con "Los triunfos pasajeros", del sello Tenemos Las Máquinas en su colección Primeros Libros, Dorfman da lugar a su primera novela escrita, cuya protagonista es una chica de 30 años, periodista, urbana, meticulosa, con dictámenes a veces equivocados, quien narra impiadosamente y con humor su presente rutinario y sus desencuentros amorosos, fundamentalmente con un joven que funciona como contrapunto de esa relación.

- Télam: Hay algo catártico en Ruth, la narradora, por el modo en que se hilvanan las experiencias, los diálogos consigo misma, el análisis introspectivo y todo lo que la rodea ¿Cómo trabajó esta voz?

- Melina Dorfman: Desde que me puse a escribir supe que la haría en primera persona. Lo que me planteé es representar formalmente el modo de ser de Ruth. Entonces, me valí de ciertos recursos para retratar su neurosis exacerbada. A medida que avanza el relato, recapitula, resume, clasifica, recuerda, pone en duda cosas, salta en el tiempo y demás. Todo eso hace que el personaje resulte tan adorablemente irritante. Hubiera sido imposible lograr ese efecto en tercera persona.

 - T: Ruth está llena de malos diagnósticos, tiene un comportamiento a veces pasivo con una gran falta de autoestima ¿Cómo la pensó?

- M.D.: Es una chica que se define por lo que piensa y hace. Es judía, periodista, tiene una vida social súper activa, prioriza la relación con sus amigos por sobre todas las cosas, incluso le importa mucho lo que ellos opinen sobre lo que le pasa, tal vez demasiado, aunque no lo demuestre. La condicionan y, aun siendo consciente de eso, les da lugar, quizás para no escuchar su propia voz. Es dura consigo misma, insegura, y concibe el equivocarse como una tragedia. A través de su discurso, podemos deducir fácilmente que tiene mucho psicoanálisis encima, que sabe lo que le sucede pero que no lo puede cambiar. Al mismo tiempo, es hipersensible a la reacción ajena. Por eso le cuesta poner límites y discernir si el problema es de ella o del otro. Ante la duda, se echa la culpa. En principio se muestra gélida pero termina revelando su vulnerabilidad y construyendo un cierto optimismo.

-T: Por las referencias de tu trayectoria y la de Ruth, la comunicación por ejemplo, se podría intuir alguna cuota biográfica en la novela ¿cómo la desarrolló?

- M.D.: Antes de ponerme a escribir tomo muchas notas: de cosas que me pasaron, que escuché en la calle, que me contaron amigos. Una vez que junto mucho material, pienso una historia que pueda unificar todo. En ese proceso me divierto mucho y fuerzo variables. Invento para que todo cierre. El resultado, entonces, no es autobiográfico a pesar de haber partido de hechos reales y disconexos. Soy plenamente consciente que, desde el momento en que alguien cuenta algo por escrito, aplica un filtro, revela su modo específico de ver el mundo, y ensaya una traducción. Las palabras son en sí mismas interpretativas.

 - T: El relato pone en foco una cierta dificultad de direccionar los deseos en una joven que, se supone, cumple con las condiciones socialmente aspirables de reproducción urbana de clase media. ¿Cuál es su lectura?

- M.D: Lo que retrato son los problemas para relacionarnos de hoy, a cualquier edad. Podemos tener un trabajo que nos guste. muchos intereses, riqueza intelectual y sentido del humor, atractivo para mostrarnos ante los otros de un modo único, y aún así estar solos. Vivimos conectados, parecemos siempre acompañados, y que podemos acceder con instantaneidad a una relación de un día o medianamente duradera, pero esa ilusión termina desvaneciéndose. Claro que existen vínculos menos problemáticos pero lo que más abunda, desde la irrupción de las redes sociales en nuestras vidas es más de lo otro. Vivimos insertos en un contexto que cambia constantemente, como personas impacientes, donde la falta de compromiso es socialmente aceptada. Si existe una conclusión en el libro es que es muy importante relacionarnos bien con nosotros mismos. Porque nuestros amores y amigos son relevantes, nos hacen mejores personas día a día, pero no tienen por qué definirnos o completarnos. Ser felices pasa por otro lado. (Télam)